EL CASCO ANTIGUO
EL CASCO ANTIGUO
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Casas apretadas guareciéndose del frío, callejuelas empedradas
donde dejarse mojar por la lluvia, portales a la sombra esperando tu llegada,
noches al sereno hablando bajo la luz de los candiles,
el parque espera a los locos enamorados,
la plaza donde cohabita la caseta de la castañera en invierno,
reemplazándola en verano por el carrito del helado, un patio de escuela
lleno de algarabía repleto de niños, escaparates dispuestos a esperarte,
olor a maíz a palomitas recién hechas, pipas y cacahuetes tostados y el aroma inconfundible
del pan recién horneado.
La acera de ladrillo caliente refugio de pasos húmedos,
la calle principal como un latido de curvas infinitas,
bordeada de árboles que peinan trazos de hierba,
como musgo hambriento por el bordillo de la acera.
Ahora, la primavera con sus cincos cirios de mayo prendidos,
alegran las callejuelas resaltando el brillo de los adoquines convexos
que con movimiento leve y sabor a añejo muestran la fortaleza
de sus cimientos encubiertos, cantones ojivales vestidos con piedras maduras
se abren en riada hasta el escote del tiempo, incrustado en los dinteles narran
la historia de estas calles.
Antiguos recuerdos, portales de baldosines cerámicos, escaleras de madera
arenadas a mano, carros tirados por caballos haciendo el trabajo en el fango,
con los cascos chapoteando entre perros callejeros, charcas y charcos.
Mujeres con zancos, batas acolchadas y cabellos enrulados, van de esta guisa,
al mercado, ancianos de mirada desnuda, espalda encorvada como leños
expuestos al fuego no dispuestos a arder.
Descansa casco antiguo, eres monumento de la ciudad, tus cantones afilados
dejan volar los siglos hasta las puertas del futuro.
Atrás quedan las fachadas policromas, añosos balcones, monumentos
y tabernas de solera, sueños nostálgicos que nunca regresarán.
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* Soy una hojita * 03/04/08
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