LA TIERNA EDAD DEL NIÑO
LA TIERNA EDAD DEL NIÑO
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Crecen como un puñado
de harina en el horno,
tienen un sabor a pan dulce,
suaves como la piel de un osezno,
atractivos como las amapolas
en el verdor de la campiña,
tiernos como poyuelos
al calor de su mamá,
hueca, ojos brillantes
como gotas tras el cristal,
curiosos e investigadores incansables.
Cuando duermen es el mejor momento
para ver en ellos su ángel, plácidos
descansan con sus bracitos extendidos
alcanzando mariposas en su mundo
rebosante de magia.
Tienen una virtud natural, no viven
del pasado ni del futuro, disfrutan
con el presente.
Deberíamos despertar en nosotros
la misma curiosidad,
gozando como ellos.
Saben muy bien quien les ama
don que perdemos con la edad.
Cada niño es una esperanza, una simiente
depositada en el mundo.
Conservar el secreto del genio
hará que de mayores crezcamos
en sabiduría y genialidad.
Son tiernecitos como un pastel
de bizcocho y muy golosos
.
Atesorar la impronta de la niñez
es querer viajar eternamente joven,
con un motor delicadamente
genuino.
El niño más deseado y querido
en el universo es aquel
que nace de cada madre
.
Recuerdo año tras año
tener la misma edad, salvo
cuando me reflejo en el espejo,
al rato de observarme, me animo
dándome mucha ternura
y me comunico con la mujer
y la niña humana y bondadosa;
Ellas dan fe que alguien sobrenatural
existe
.
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* Soy una hojita * 04/02/09
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